




LEE-YENDAS
La Madremonte

Los campesinos y leñadores que la han visto, la describen como una mujer corpulenta y elegante, vestida con hojas y musgo, mitad mujer, mitad monte. De piel y ojos de lagarto, cubre su cabeza con un sombrero grande de paja y hojas que opacan su rostro. vive en los sitios enmarañados con árboles frondosos y en el nacimiento de las quebradas y convive con las fieras, las serpientes, aves diurnas y nocturnas de la selva; alejada de la civilización.
Muriente en el periodo de celo de los animales y aúlla de dolor cuando cae alguna de las criaturas de su dominio. Dicen que cuando se baña en las quebradas o en las cabeceras de los ríos estos se nublan y ennegrecen; se crean las tormentas acompañadas de rayos y centellas y vienen las crecientes que juntan la suciedad de la selva y los campos. Las aguas se desbordan causando inundaciones y borrascas fuertes que ocasionan daños espantosos.
Persigue incansablemente a los depredadores de la naturaleza, como a los cazadores que aniquilan los animales del bosque y a los leñadores que talan la selva sin piedad para asegurar cultivos ilícitos.
Cuando se enfurece sus ojos se transforman en rayos que parecen lenguas de fuego, se abalanza contra ellos y con sus ojos penetrantes los atonta, dejándolos inconscientes y desmayados por el terror producido.
Persigue también a los que usan dinamita para pescar a sabiendas del daño producido a los seres vivientes, a los ladrones de ganado y a todos aquellos que tratan de dañar la naturaleza en sus dominios. Ellos despiertan de su sueño producido, perdidos en el bosque y con el camino perdido; convencidos de que no ha sido más que una ilusión.
La Madremonte vigila de día y de noche, sentada entre las piedras acompañada siempre de sus fieles amigos animales y aves que le ayudan en su ronda eterna para preservar la naturaleza y defenderla contra el más grande depredador que ha existido: el ser humano; sin atentar contra sus vidas porque simplemente los asusta y los atonta como castigo por haber ofendido a lo más preciado; la naturaleza, que es en escancia la vida misma, la Madremonte simboliza esa lucha que debemos emprender por la supervivencia de todos los seres vivos sobre la tierra.
Hugo León Ortiz Castellanos
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